Una práctica filosófica es la puesta en escena de la filosofía. Esta implica la movilización, pensamiento, interacción, transformación e intercambio con las estructuras filosóficas de las personas. Tanto los individuos, los grupos y las instituciones poseen un modo de funcionar, de ser, de aprender y de vivir. La práctica filosófica trabaja con dichos marcos y coordenadas ya presentes; los hace conscientes, habilita nuevas operaciones y permite transformarlos.
El término práctica filosófica, si bien se puede aplicar a varios contextos, tiene un sentido especial a partir de diversos filósofos tales como Matthew Lipman en Estados Unidos desde los años 70’s, Gerd Achenbach en Alemania desde los años 80’s o Lou Marinoff desde los Estados Unidos a partir de los 90’s. Ellos no sólo consideraron a la filosofía como algo de lo cual se puede hablar sino que también puede impactar en la forma de vida y las decisiones cotidianas que cualquier persona tome, sea filósofo o no. Posterior a esto, miles de filósofos prácticos, instituciones y Universidades en el mundo empezaron a utilizar y considerar la filosofía de este modo así como lo ha hecho la UNESCO, en especial con su informe: La filosofía: Una escuela de la libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar.
Desde este paradigma se propone el desarrollo de la filosofía a partir de una combinación entre pensamiento y acción, pudiendo cualquier persona acercarse a los desarrollos filosóficos sin basarse exclusivamente en la erudición o los saberes especializados. Esto abriendo espacios con filosofía para niños y jóvenes, en consultorías individuales o grupales, en cafés filosóficos, con organizaciones o en talleres de todo tipo así como en espacios transformadores propios de la didáctica o enseñanza de la filosofía.